Tuesday, April 14, 2009

Sobre El Momento Presente

¿Han visto en las calles a gente mayor que va hablando sola? Nos parecen locos. Efectivamente lo están, pero nosotros también, siempre tenemos este diálogo permanente en la mente y como todos padecemos lo mismo nos parece normal. A los Indios de las tribus originarias de norteamérica les llamaba mucho la atención este rasgo del hombre blanco y solían decir que los cara pálida estaban locos, por que “pensaban con la mente”...

Extrañamente, la psicología parece haber pasado por alto este hecho fundamental. La inmensa mayoría de las personas padece de este diálogo interno incesante, que con la edad va exteriorizándose y se verbaliza. Entonces decimos que la persona se volvió loca. Pero lo estaba mucho antes, ya que desde siempre padeció de este dialogo interno imposible de detener.

Desafortunadamente quedan muy pocos seres humanos que noten este hecho y con quienes podamos compararnos.

Sí, estamos locos y nadie lo nota.

Lo peor de todo el asunto es que confundimos nuestra identidad con esa voz que habla al interior de nuestra cabeza y creemos que somos nosotros mismos quienes hablamos, recordamos, proyectamos situaciones futuras, revivimos, fantaseamos, somos héroes y víctimas, escuchamos canciones que quedan pegadas, nos angustiamos, etc.
No. No somos nosotros. Es una identidad caótica que se ha formado producto de la herencia, la experiencia, la influencia de los padres, la educación y el entorno y una cantidad apabullante de información que recibimos a cada momento. Es caótica por que siempre está en funcionamiento, nunca se detiene y constantemente está enviando a nuestra mente sonidos, pensamientos, imágenes, ideas sin que exista una voluntad que la dirija y que la pueda detener. Para demostrar este punto, el Maestro Gurdjieff simplemente le pedía a sus discípulos nuevos que mirasen la carátula de su reloj por un minuto en intentaran no pensar en nada, que la mente no se los llevara hacia otro lado.Obviamente no podían lograr si quiera esto.


Entonces además de estar locos, no pensamos por nosotros mismos y no podemos dejar de pensar, no tenemos ninguna voluntad sobre nuestra mente.

La solución a este situación terrible y patética es tan simple que las personas nornalmente la desprecian, aunque no fácil de lograr.

Se trata de conectarse con el momento presente. Se cuenta que en sus días finales, los padres de la psicología Freud y Jung habían resumido sus terapias a un solo aspecto: Enseñarles a las personas a no pensar, a conectarse con el momento presente. El miedo y la angustia están en el futuro, las culpas y complejos en el pasado. Si una persona logra contactarse con el momento presente y dejar de pensar, se liberará de sus mayores problemas psicológicos.
No sólo eso. La mayoría, por no decir la totalidad de los Maestros Espirituales hacen hincapié en este logro como un paso fundamental para poder entrar en contacto con nuestra verdadera identidad. En efecto, cuando se logra callar a esta mente mecánica, o mejor dicho cuando logramos elevarnos vibratoriamente por sobre esta anomalía mental, nos contactamos con algo superior que no es otra cosa que nuestra verdadera identidad. En ese instante nos damos cuenta que no somos esa mente mecánica , no somos esa voz que habla permanentemente, somos algo muy diferente y mejor. En ese instante también podemos ver a los demás y darnos cuenta de que están locos, tal como bien se dieron cuenta los indios norteamericanos.


Esto de lograr conectarse a voluntad con el momento presente es tan fundamental que existen escuelas enfocadas exclusivamente en este logro, desconectarse de la mente mecánica.

Pero y cómo vamos a vivir sin pensar? El sistema siempre está requiriendo respuestas, análisis, raciocinio, etc. La respuesta es que recién vamos a empezar a vivir cuando dejemos de pensar. En este estado más elevado, la mente funciona de otra manera, a nuestra entera voluntad y a una velocidad asombrosa, en donde no tiene lugar el raciocinio al que estamos acostumbrados. Allí superamos a la mente mecánica que se debate entre los polos opuestos y la lógica mecánica. Más bien la mente superior funciona en el plano de la intuición e iluminación. No hay razonamiento, hay simplemente claridad, lucidez y comprensión.

En el Japón tradicional aún existe la ceremonia del té, que no es otra cosa que una práctica para conectarse con el momento presente. En esa sociedad tradicional, la vida se consideraba sagrada y se vivía inmerso en una ceremonia permanente, donde se buscaba constantemente la armonía y la perfección (*) . Se hablaba muy poco y debido a esto los señores feudales japonenses empleaban un lenguaje casi gutural y los samuraís vivían enfrentando la muerte a cada rato. Cuando estamos en peligro, regresamos rápidamente al momento presente, pero es involuntario.

Es imposible el desarrollo de las artes marciales sin una excelente conexión con el momento presente.

En la tercera película Karate Kid se puede ver una hermosa ceremonia del té y el director sabía lo que hacía pues eliminó la música y los diálogos. También en la serie Kung Fú se plantea constantemente esta cuestión, hay una escena en el primer capítulo cuando el discípulo se encuentra con el Maestro Po y éste le pregunta si escucha al Saltamontes que está a su pies, entremedio del pasto. El muchacho le responde que cómo es posible poder escuchar eso y el Maestro Po le replica diciéndole que cómo es posible que él no pueda escuchar. Aquí el discípulo se gana el famoso apodo de Saltamontes. Años después, ya adulto y profundamente entrenado, se dá cuenta de que puede conectarse a tal nivel con el momento presente que puede escuchar al saltamontes en medio del pasto...

Efectivamente, al conectarnos con el momento presente la vida se vuelve un milagro permanente, asombrosa a cada instante, llena de misterio, novedad y energía. Entonces es posible que la vida se vuelva sagrada, en contacto directo con la toda la creación, con Dios. Es posble entonces escuchar a la naturaleza y darnos cuenta de que somos parte de algo infinito. Finalmente comprenderíamos por experiencia propia la sabiduría de los antiguos pueblos que nos hablaban del Gran Espíritu y del hermano lobo. Al estar en contacto con la creación y la naturaleza, sentiríamos una plenitud tal que toda meta material pierde sentido. Obviamente no necesitaríamos de religiones ni libros sagrados y jamás nos sentiríamos solos. Por el contrario, buscaríamos la soledad y la contemplación, para estar conectados a nuestra verdadera identidad, penetrando en el ahora, en el momento presente. Esta es la forma más elevada de meditación.

Quien comprenda esto comprenderá también por qué estamos tan rematadamente locos, destrozando lo poco que queda del planeta persiguiendo logros materiales riquezas y posición social para ensalzar nuestra imagen ante los demás. Al lado oscuro le conviene todo esto y nos llena la cabeza con información, datos, imágenes, sonidos, etc., y aparatos cada vez más eficientes para llegar con toda esta bulla y caos directamente al cerebro. Ya hay gente que se está insertando chips en el cuerpo.

Cuando una persona logra entrar profundamente en el momento presente y contactarse consigo misma, se dá cuenta que no necesita mucho más por que lo tiene todo...

En el Ahora, en el Momento Presente hay una clave enorme, fundamental. Se trata de la diferencia entre Estar Realmente Vivo o ser un Zombie.

(*) Recomiendo ver la película “EL Último Samurai”